¿Si EEUU retirara el embargo comercial a Cuba, esta saldría de su pobreza?

domingo, 27 de diciembre de 2009

Renacimiento; redefinición de mi blog.



Yo. Yo he sido actor, esgrimista, duelista, bachiller; niño y adolescente; bebé y universitario; amigo y enemigo. He sido de ciencias y de letras, he fumado y bebido; he luchado, he soñado y he follado. Me he besado con gente de varias razas. He renunciado a la escuela donde más tiempo pasé en estos últimos años por no venderme a una líder sectaria, y he perdido muchos amigos por ello. He sufrido la traición de uno de mis mejores amigos del Johnny por una enana subnormal y me he asombrado ante la lealtad de otro pidiéndome permiso para liarse con una tía con la que yo no tenía nada más que amistad. He descubierto lo mejor y lo peor de la raza humana: he recibido cariño de gente a la que escupiría y he visto a amigos asesinar la lealtad de sus compañeras mintiendo descaradamente en su contra frente a un tribunal.

Soy un hombre dogmático: me guío por mi Código de Honor, que ráramente ignoro. Es un código de honor semejante al de grandes caballeros como Alatriste, D’Artañán o El Conde de Montecristo. Os podéis reír, pero es así. Me baso en el respeto al otro a la vez que repudio la ignorancia y la mala educación. No soy un hombre muy sociable debido a que una de mis reglas es aborrecer la hipocresía; y no os engañéis: nuestra sociedad es una sociedad que se forma por lazos ficticios de hipocresía pura.

Soy anárquico liberal con tintes dictatoriales: respeto la libertad individual por encima de cualquier condición de igualdad más allá de la legal; pero repudio a la gente que no es lo suficientemente madura como para ejercer su libertad con responsabilidad. Acepto la democracia como el sistema que permite mayor libertad al ser humano; pero me parece un crimen no ya que el voto del tonto valga lo mismo que el del listo; ¡sino que el de dos tontos valga el doble que el de un listo!

En mi vida he hecho grandes proezas: de pequeño me empujaron contra el suelo de la piscina de Los Olivos y mi cara se rayó contra el suelo de cemento unos decímetros. He luchado con espadas roperas y bastardas y sostenido en mis manos un auténtico sable turco. He aguantado burlas de niñatos acerca de mi peso, mis gafas, mi lentitud al hablar, etc., pero me han resbalado por dos motivos: mi mente y mi altura. He consagrado mi vida a dos actividades: la Esgrima y el Teatro; y me quedo en primer lugar con la Esgrima. La Esgrima es como una mujer: o la repudias o te enamoras de ella hasta tal punto que nunca la puedes abandonar. El teatro es una vía de escape y de expresión de mi cuerpo, pero por desgracia está saturado de parásitos infra-personas.

En el Johnny me hice célebre rápidamente; asombraba a algunos y asustaba a otros muchos. En primero me creé mi personaje de Katarsis: Johnny, con su fiel compañero Jaimito: era un payaso gótico embutido en ropa negra y pinchos, con un consolador; buscaba acabar con las hipocresías sociales, y de paso ayudarme a vencer mis dificultades de relacionarme físicamente con el otro en escena. Para meterme más en el personaje, compré en la librería de la residencia el Kamasutra normal, gay y lésbico; así como uno de reflexología y tantra; y salía de noche a las salas comunales a leerlos con Jaimito (el consolador) a mi vera. También fue célebre el día que, antes de aprender a maquillarme yo solo, bajé al comedor embutido en mi personaje y luego pillé un taxi (dudo que el taxista se olvide de mí).

Siguieron en rápida sucesión varias escenas inolvidables: en cierta ocasión mi amigo médico Mario pidió una deliciosa Telepizza, y fui capaz de llegar hasta su cuarto (habitación 445) andando de rodillas. Tal hazaña solo se superó cuando borracho de orujo de brujas irrumpí en el cuarto de unas novatas (me confundí de cuarto) y en vez de pronunciar un “lo siento” emití un ruido gutural. Desde entonces durmieron siempre con la puerta bajo llave.

Mi carrera concluyó un día de febrero de 2007, en el que me convertí en leyenda urbana en Cristina Rota: hice mi momento privado. Un momento privado consiste en hacer en escena algo que te dé una vergüenza mortal; así que lo que hice fue lo que nadie se atrevió a hacer: me masturbé. Sí señores, me masturbé, y no me dieron ningún premio como a Juan Echanove; solo recibí el aplauso de mis compañeros y la felicitación de mi profesora.

Mi etapa en el Johnny (donde entre otras cosas perdí la virginidad, en una cama donde al poco que te despistabas, podías causar unos tremendos chichones) mis veranos en Peñíscola y mi etapa en esa secta llamada Cristina Rota concluyeron en el curso 2009-2010. Me mudé a un cómodo estudio y me alejé de los actores y las malas influencias; el único vínculo que conservo es el club que montó mi compañero Damián. De mis amigos actores solo conservo a Gonzalo, un “valençiá” de pura cepa; y a otros pocos cuyo nombre no desvelo por no meterlos en problemas (parece una paranoia, pero visto lo visto mejor no arriesgarse). Extraño la danza y los masajes, así que me conformo con mis pilates y mis carreras en el CEU.

En la Universidad llevo una vida muy tranquila; bueno, la llevaba. El CEU es relajante; la faena es que la asistencia sea obligatoria; porque en muchas ocasiones ir a clase es innecesario. Lo cierto es que es una carrera que se puede sacar con media de notable preparándosela unas horas antes de los exámenes. Lo positivo es que te enseñan a pensar: en esta profesión la nota da igual; lo que importa es saber desenvolverte, encontrar y potenciar tu talento. Mi clase es una clase llena de buenas personas (bueno, casi llena): algunas son demasiado vagas pero inteligentes; otras demasiado inseguras pero trabajadoras, y otras…, en fin; otras.

Todo iba bien; pero claro; yo soy El Actor con Dignidad; y como actor con dignidad que soy mi tarea en esta vida es destacar, quiera o no, y sobresalir de la masa. Digamos por el momento que mi grupo nunca nos olvidará; o que al menos nunca olvidará la palabra terrorismo, pero eso es otra historia.

Y aquí estoy yo; y este es mi blog, un blog que ya no va a tratar sobre actores con dignidad; sino sobre las reflexiones de El Actor Con Dignidad, o séase, Yo. Escribiré lo que necesite expresar al mundo. En ocasiones con un lenguaje complejo, otras con uno periodístico; pero siempre con el vocabulario que yo considere oportuno; y si escribiendo alguien resultara herido, por favor que me lo diga y no dudaré en corregirlo, o en discutir sobre cualquier tema con esa persona.

Muchas gracias; un saludo a todos. Aquí empieza mi aventura.

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