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domingo, 9 de mayo de 2010


El FIN DE LA DEMOCRACIA.

Baltasar Garzón, magistrado de la Audiencia Nacional y súper estrella a nivel internacional por su lucha contra ETA, el proceso contra Pinochet o los casos de corrupción en el seno del PP (Caso Gürtel) se encuentra en apuros, pero no siempre fue así; en sus tiempos de gloria, aparecía allí donde un caso pudiera trascender a los medios de comunicación, a lomos de su caballo “orgullo”, reflejando el sol de la justicia en sus relucientes gafas. Sin embargo, su necesidad de ser el juez estrella le llevó a perseguir los delitos del franquismo, muchos de los cuáles ya habían expirado por el transcurso de más de 50 años; y el resto por la Ley de Amnistía, aprobada en 1977 por más del 80% de los diputados elegidos democráticamente. Por si este patinazo judicial no fuera bastante, la omnisciencia de Garzón le permitió interpretar el Artículo 55 de la Constitución que declara que solo podrán ser intervenidas las conversaciones entre abogado y acusado en caso de pertenencia a bandas armadas o terroristas, como aplicable a los miembros del PP, que al fin y al cabo son unos “torturadores fascistas reaccionarios y antidemócratas”.


Puede que por sus acciones contra ETA o contra Pinochet, hace un mes la gente pudiera apoyarlo o defenderlo; pero tras los visto en las últimas semanas; y tras el vergonzoso, ultrajante, abominable, imperdonable, perverso, surrealista y patético acto que tuvo lugar en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense; queda claro para cualquier espectador que no posea intereses políticos ocultos que Garzón no es un juez íntegro, sino que persigue intereses propios y que esconde algún extraño e inconfesable secreto sobre el Partido que gobierna España en la actualidad y que provoca este incondicional y surrealista apoyo.

¿Por qué es surrealista? Porque si de verdad se aplicara la constitución, todos y cada uno de los asistentes a dicha concentración irían a la cárcel. No se puede permitir que el mismísimo Rector de la Complutense organice semejante atentado contra la dignidad del defensor máximo de la Justicia española y uno de los pilares de la Constitución, el Tribunal Supremo; y es que no puede ser que se permita al ex-fiscal jefe de Anticorrupción Villarejo llamar “torturadores franquistas” a los miembro de dicho Tribunal, más aún cuando él mismo fue fiscal en tiempos de Franco -¡Qué País!-. Contó además con la presencia de los líderes sindicales, que como tienen tanto tiempo libre por lo fantásticamente bien que está la situación laboral española, pueden dedicar sus energías a apoyar a Garzón. No podemos olvidar tampoco el apoyo incondicional de la siempre sobresaliente “cultura” audiovisual española encarnada en el gremio de los actores españoles, que gracias a este evento podrán por fin sentirse orgullosos de “haber pasado por la Universidad”. Todos sabemos que estos actores están intrínsecamente asociados al PSOE; por lo que su asistencia solo puede ser explicada como una medida de presión dictaminada por los altos mandos del Gobierno español; lo que a su vez desvela una realidad espeluznante, que si bien era conocida por la mayoría del pueblo español, nunca había sido tan evidente: Garzón no cumple el Principio básico del Poder Judicial (sus agentes no pueden militar ni tener intereses en sindicato o partido político alguno) y además el PSOE tiene mucho miedo de que cesen a Garzón de la Audiencia Nacional.


Sin duda, el Tribunal Supremo debe condenar a Garzón por perseguir intereses políticos; actuar con prevaricación al investigar unos supuestos delitos ya amnistiados por Ley en 1977 y saltarse la Constitución para atacar a la Oposición, alejándose de la neutralidad necesaria para ejercer de juez. Pero además, ha de encarcelar al Rector de la Complutense; a Villarejo, a los líderes sindicales de UGT y CC.OO.; a los actores y al resto de asistentes a la Complutense por atentar contra el honor y la dignidad de los magistrados del Tribunal Supremo, escupirnos a todos los españoles por usar la bandera republicana en vez de la nacional, y promover el odio entre las resucitadas "Dos Españas". Para que luego proclamen a los cuatro vientos que la culpa de las guerras civiles la tiene la Derecha; si Arturo Barea levantara la cabeza…

1 comentario:

  1. Esa foto de la Constitución con el águila me encanta. Como anécdota te contaré, sabiendo que la Constitución es del 78, la bandera que tenemos ahora se aprobó en diciembre de 1981. Así que cuando digan que la bandera con el pollo es preconstitucional o anticonstitucional, puedes llamarles putos ignorantes. =)

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